El presente con el fin de retomar
este espacio que permaneció inactivo por largo rato y señalar unas cuantas
cosas respecto a lo que viene sucediendo en materia de política pública,
particularmente en época de enajenaciones y neoliberalismo “al piso”, como
decimos algunos, especialmente jóvenes, cuando
intentamos poner en evidencia altos niveles de intensidad de algo.
Es importante escribir sobre
estos temas dado el contexto económico del país, como ya se dijo, pero también
por el relajamiento ciudadano. Son debates nacionales o locales y parece que es
discusión de otro país, de otro tipo de sociedad, de un universo paralelo. No
señores, es una discusión de aquí, suya y mía, por la sociedad futura que
deberá hacer frente a las consecuencias de las decisiones que toman hoy y en
nombre de todos, los intermediarios que llevan parasitando al país más de
veinticinco años. También lo es por un hecho concreto, ahora que el alcalde
Peñalosa consiguió aprobar en su Plan de Desarrollo la enajenación de la
Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, alineando para tal fin hasta a
individuos elegidos con programas en defensa de lo público, pero llevados a la
traición de sus electores por el “omnipresente clientelismo” que justifican los
neoliberales como “el costo pagado por la ausencia de populismo”.
Desinteresados que son.
Lo primero es insistir en la idea
de que la privatización de los bienes públicos significa un raponazo a la
sociedad en su conjunto, un robo, otra forma de robo, más disimulada tal vez,
legalizada y hasta legitimada en las urnas, pero robo al fin y al cabo. Una
construcción social de muchos años y varias generaciones pasa, de un momento a
otro, de pertenecer al conjunto de la sociedad a convertirse en mecanismo de
corto y mediano plazo de incremento de capital de un reducido número de
individuos. Extranjeros las más de las veces, lo que es una doble desgracia,
porque al menos el nacional reinvierte la parte más significativa de las
ganancias en su país. El extranjero generalmente monta lo que han denominado
algunos como un “dólar-ducto” y se lleva lo que invirtió y más, hasta que
encuentra otro que quiera participar del desangre.
Sumado a la apatía general del
ciudadano colombiano y bogotano y al clientelismo, está el libreto con el cual
han conseguido el cometido. Primero desprestigian el patrimonio social: “ya no
es la joya de la corona”, “es un lastre”, “está rumbo a la quiebra”, “no es
estratégico”, etc. El de siempre, que aunque nos cueste creer ha hecho moñona
repetidamente. Y digo que es difícil de creer porque vaya usted he intente
vender cualquier mercancía, la que quiera, utilizando ese mismo libreto y
probablemente tal empresa será un fracaso, pues es hasta ridículo vender algo
haciéndole mala fama. Pero sorpréndase, los parásitos que nos gobiernan lo
llevan consiguiendo durante bastante tiempo y póngase triste también, porque
esta sociedad se les ha comido el cuento. Y lo logran ayudados también por la
segunda parte del libreto. Ponen a trabajar a los formadores de opinión de este
país, unos cuantos individuos sustraídos del mismo círculo, para reducir
resistencias, para confundir y embolatar, para dividir a la sociedad, para
vender falsas ilusiones respecto al avance que implica hacer riquezas privadas
robando patrimonios colectivos.
Pero la privatización se presenta
de diferentes maneras. Mauricio García Villegas lo señala en sus últimas dos
columnas en El Espectador (http://www.elespectador.com/opinion/pagar-desobedecer
, http://www.elespectador.com/opinion/cuanto-cuesta-antipatia
). Encontraron otra manera de convertir los bienes y servicios públicos pagados
con los impuestos de todos, para el uso privativo y exclusivo del reducido círculo
que se encuentra en el top de la pirámide social. Hacen la de siempre: toman
decisiones que generan consecuencias negativas para el conjunto, pero detrás
viene la medida que los sustrae a ellos de estas últimas. Lo han hecho con la
educación, con la salud, con la seguridad, etc.
Parémosle bolas a esto señores.
La concentración de la riqueza está disparada en buena medida por esa
orientación de la economía y la democracia, que además está medio embolatada porque
paralelo al empobrecimiento general, va la mano dura con la que buscan contener
el disgusto también general. O sino asómense al nuevo Código de policía. Quieren
protestas que no lo sean, critica de bloggero como esta y no hechos de
resistencia. Las contradicciones se agudizan y siempre que pasa esto, la
reacción natural es la del animal acorralado, hay más virulencia, coletazos más
fuertes. Ahí surgen los cambios y las alternativas, pero no de manera
espontánea, sino de la organización y movilización.
Finalmente piense en las
consecuencias de lo señalado hasta ahora y qué diferencia hay entre las de
actos de un robo descarado como el de los Nule y Moreno, que ha sido de siempre
y se sigue presentando en todo el país así no se publicite, y este tipo de
medidas que se venden como técnicas y respaldadas en modelos económicos. Verá usted
que desde ese enfoque, más bien son pocas.
Sobre el caso específico de
privatización de la ETB, los invito a que le hagan seguimiento al muy excelente
trabajo que vienen adelantando concejales como Manuel Sarmiento. Tiene
documentos y videos donde cargado de cifras desvirtua este nuevo intento por
robarnos a todos los bogotanos la emblemática empresa.
Saludos…..